Las primeras viviendas de Montevideo se hicieron de piedra y adobe, con sus techos de paja. Algunos investigadores señalan que en esas condiciones solamente había cuatro casas: las de Eustache, Caillos, Gronardo y Burgués. Las demás eran prácticamente tolderías o ranchos muy precarios de adobe y fajina y techadas con cueros o paja.
A medida que pasó el tiempo se empezaron a usar otros materiales como tejas y maderas importadas del Paraguay o traídas de los montes del río Santa Lucía. Éstas se emplearon para fabricar marcos para puertas, ventanas, tirantes y alfajías.
También comenzaron a fabricarse ladrillos y tejas. Empezaron a explotarse las caleras y este material se utilizó para pintar las construcciones. Más tarde algunas casas se construyeron con azoteas hechas con ladrillos y tejas, lo que le fue dando un aspecto distinto a la ciudad naciente.
Plano de la Ciudadela
Las casas de doble planta con balcones y adornos de hierro se empezaron a hacer hacia finales del siglo XVIII. Los pisos podían ser de ladrillos o de baldosas rojas.
El ajuar de las habitaciones se formaba con pocos muebles: mesas, armarios, relojes de péndulo, sillas de asiento de paja, cujas, etc.
En los comienzos la ciudad tenía veinte calles de tierra arcillosa y durante la dominación portuguesa algunas fueron empedradas. El ancho era de doce varas (aproximadamente 10 metros y medio). Cuando llovía mucho eran intransitables debido a los lodazales que se formaban, fundamentalmente por el pasaje de las pesadas carretas y los bueyes.
La encargada de arreglar las calles era la policía: rellenaba zanjas, pozos y reparaba el empedrado. A veces multaba a los jinetes que pasaban al galope por la tranquila ciudad.
A medida que pasó el tiempo se empezaron a usar otros materiales como tejas y maderas importadas del Paraguay o traídas de los montes del río Santa Lucía. Éstas se emplearon para fabricar marcos para puertas, ventanas, tirantes y alfajías.
También comenzaron a fabricarse ladrillos y tejas. Empezaron a explotarse las caleras y este material se utilizó para pintar las construcciones. Más tarde algunas casas se construyeron con azoteas hechas con ladrillos y tejas, lo que le fue dando un aspecto distinto a la ciudad naciente.
Plano de la Ciudadela
Las casas de doble planta con balcones y adornos de hierro se empezaron a hacer hacia finales del siglo XVIII. Los pisos podían ser de ladrillos o de baldosas rojas.
El ajuar de las habitaciones se formaba con pocos muebles: mesas, armarios, relojes de péndulo, sillas de asiento de paja, cujas, etc.
En los comienzos la ciudad tenía veinte calles de tierra arcillosa y durante la dominación portuguesa algunas fueron empedradas. El ancho era de doce varas (aproximadamente 10 metros y medio). Cuando llovía mucho eran intransitables debido a los lodazales que se formaban, fundamentalmente por el pasaje de las pesadas carretas y los bueyes.
La encargada de arreglar las calles era la policía: rellenaba zanjas, pozos y reparaba el empedrado. A veces multaba a los jinetes que pasaban al galope por la tranquila ciudad.
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