En la respiración intervienen las vías respiratorias y los pulmones.
Las vías respiratorias son el conjunto de tubos y cavidades por las que circula el aire. Por tanto, son las encargadas de llevar el aire hasta los pulmones para que se realice el intercambio de gases. Además, se ocupan de calentar, humedecer y limpiar el aire.
En los pulmones se produce la ventilación, que se realiza mediante dos movimientos respiratorios: la inspiración o entrada de aire y la espiración o expulsión del mismo. Para que se lleve a cabo la ventilación pulmonar intervienen músculos como el diafragma, los intercostales y los rectos abdominales.
- Inspiración. El aire entra en los pulmones al ensancharse la cavidad torácica. Esto se consigue por la contracción del diafragma, que desciende, y la elevación de las costillas por acción de los músculos intercostales.
- Espiración. El aire sale de los pulmones al reducirse el volumen de la caja torácica mediante la relajación del diafragma, que sube, y la de los intercostales, que dejan bajar las costillas. Este movimiento tiene la ayuda de los rectos abdominales, que tiran de ellas.
El resultado de la inspiración es que el aire penetra hasta todos los alvéolos pulmonares. Éstos tienen unas paredes muy finas y están rodeados por capilares sanguíneos, también con paredes muy finas. Los capilares vienen con sangre pobre en oxígeno y rica en dióxido de carbono, pero en el alvéolo, la sangre se carga de nuevo de oxígeno y cede el dióxido de carbono. Este proceso es el intercambio de gases. Como resultado, el aire de los alvéolos se empobrece en oxígeno y se carga de dióxido de carbono.
En la espiración se elimina el aire que queda en los alvéolos, a fin de que pueda entrar de nuevo aire fresco.
Regulación de la respiración
El sistema nervioso ajusta el ritmo de la respiración según las necesidades del cuerpo. Este mecanismo funciona midiendo la concentración de oxígeno y de dióxido de carbono que hay en la sangre. Si debido al ejercicio intenso, la concentración de dióxido de carbono aumenta, el sistema nervioso manda órdenes para que aumente también el ritmo respiratorio. El número normal de inspiraciones por minuto es 12, aunque puede aumentar en pocos segundos hasta 40, en caso necesario. El sistema nervioso también regula el tiempo que tarda cada inspiración. En ocasiones, la inspiración dura solo 0,5 segundos, pero si es necesario, puede durar hasta 10 segundos, con lo que los pulmones se llenan con un gran volumen de aire.
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